La cocina no es otra cosa que pesos, medidas y tiempos. Como todo el universo. Y todo ello se expresa en números, por lo que quien domine éstos es, en buena medida, dueño de los secretos del mundo.

En la cocina los números están presentes en las etiquetas, en las cantidades, en los volúmenes, en las temperaturas de cocción, en las calorías, y hasta en el reloj que determina los tiempos, así como en las formas y el diseño de los utensilios de cocina y en la geometría de los alimentos.

Para dar cuenta de la importancia de las matemáticas en la cocina, el matemático y gourmet Claudi Alsina (Barcelona, 1952) publicó ‘Mateschef’, donde presenta una aproximación amable y directa a la presencia de los números y formas geométricas en el mundo de la cocina.

En las 314 páginas del libro se da cuenta, entre otras muchas sorprendentes cuestiones, de la relación entre el plegado de servilletas y el origami, de la semejanza de la forma de las patatas ‘Pringles’ con los planoides diseñados por Gaudí en la Sagrada Familia, de la forma más eficiente de apilar naranjas, de que uno puede comerse un fractal, que la espiral de Arquímedes, se encuentra en un brazo de gitano, o de la creatividad de Ferrán Adriá y Arzak en los juegos geométricos de sus composiciones.

Pero Alsina no escribe sólo de cuestiones más o menos teóricas, también tiene un apartado dedicado a los aspectos económicos de la cocina; desde hacer la compra hasta el número de comensales para los que se va a cocinar, no es lo mismo cocinar para cuatro que para dos o para seis.

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