La sextina es una composición poética integrada por 39 versos de arte mayor, normalmente endecasílabos, estructurados en seis estrofas de seis versos y una contera final de tres versos.

Su creación se atribuye al trovador occitano Arnaut Daniel quien, a finales del siglo XII, compuso la primera sextina titulada Lo ferm voler qu'el cor m'intra (El firme deseo que se aloja en mi corazón), y alcanzará su máximo esplendor durante el Renacimiento.

 

 

Las seis estrofas que, con el terceto final, conforman la sextina, carecen de rima, pero cada uno de sus seis versos acaba en una palabra-rima (preferentemente un sustantivo llano y bisílabo).

Estas seis palabras-rimas finales de cada verso, se irán repitiendo en las estrofas siguientes alterando su orden, pero siempre siguiendo una misma ley: las tres primeras palabras-rimas "bajan" para hacer "huecos" entre ellas de modo que la primera pasa al verso segundo, la segunda pasa al verso cuarto y la tercera baja al verso sexto. Quedan por tanto, tres versos libres, el primero, el tercero y el quinto, que son ocupados por las tres palabras-rimas restantes en orden inverso: la sexta en el primer verso, la quinta en el tercero y la cuarta en el quinto. Aplicando esta regla de colocación se obtiene:

 

ABCDEF – FAEBDC – CFDABE – ECBFAD – DEACFB – BDFECA

Gráficamente:

 

Es decir, el primer elemento se convierte en segundo, el segundo en cuarto, el cuarto en quinto, etc. Y así se obtienen las seis disposiciones anteriores. Es fácil comprobar que si volviéramos a aplicar la regla a la última de ellas, obtendríamos el orden de la primera estrofa (ABCDEF).

En el terceto final se repetirán las seis palabras-rima por parejas, de forma que la primera palabra de cada pareja aparezca a mitad del verso y la segunda al final del mismo.

Un ejemplo de sextina del escritor español, del Siglo de Oro, Fernando de Herrera:

 

(A) Al bello resplandor de vuestros ojos
(B) mi pecho abrasó Amor en dulce llama
(C) y desató el rigor de fría nieve,
(D) que entorpecía el juego de mi alma,
(E) y en los estrechos lazos de oro y hebras
(F) sentí preso y sujeto al yugo el cuello.
 
(F) Cayó mi altiva presunción del cuello,
(A) y en vos vieron su pérdida mis ojos,
(E) luego que me rindieron vuestras hebras,
(B) luego que ardí, señora, en tierna llama;
(D) pero alegre en su mal vive mi alma,
(C) y no teme la fuerza de la nieve.
 
(C) Yo en fuego ardo, vos heláis en nieve,
(F) y, libre del Amor, alzáis el cuello,
(D) ingrata a los tormentos de mi alma;
(A) que aun blandos a su mal no dais los ojos.
(B) Mas siempre la abrasáis en viva llama
(E) y sus alas pendéis en vuestras hebras.
 
(E) Viese yo las doradas ricas hebras
(C) bañadas de mi llanto, si la nieve
(B) vuestra diese lugar a esta mi llama;
(F) que la dureza de este yerto cuello
(A) la pluvia ablandaría de mis ojos
(D) y en dos cuerpos habría sola un alma.
 
(D) La celestial belleza de vuestra alma
(E) mi alma enlaza en sus eternas hebras,
(A) y penetra la luz de ardientes ojos,
(C) con divino valor, la helada nieve,
(F) y lleva al alto cielo alegre el cuello
(B) que enciende el limpio ardor inmortal llama.
 
(B) Amor, que me sustentas en tu llama,
(D) da fuerza al vuelo presto de mi alma,
(F) y, del terreno peso alzando el cuello,
(E) inflamarás la luz de sacras hebras;
(C) que ya, sin recelar la dura nieve,
(A) miro tu claridad con puros ojos.
 
(AB) Por, vos viven mis ojos en su llama,
(DE) ¡oh luz del alma!, y las doradas hebras
(CF) la nieve rompen y dan gloria al cuello.
 

El esquema de la sextina describe lo que en matemáticas se denomina una permutación. Dicha permutación está representada por la matriz:

y se dice que es de orden 6, porque cuando se aplica seis veces surge de nuevo la disposición original de las palabras-rima en la composición.

 

<Fuente: https://ztfnews.wordpress.com/2010/07/06/sextinas-poesia-matematica/>